domingo, 17 de mayo de 2009

Estereotipos, criminalidad e inmigrantes



Hace poco leí un libro de Eugenia Scarzanella (Ni gringos ni indios. Inmigración, criminalidad y racismo en la Argentina: 1890-1940) en donde mencionaba la visión que se tenía de los inmigrantes en la Argentina del periodo señalado: de haber sido alentada su entrada masiva al país como agentes portadores de trabajo, tecnología y civilización, habían pasado a ser vistos en las primeras décadas del siglo XX como incómodos, marginales y delincuentes.

Estereotipos que por cierto que no llevan a nada, cuando lo más adecuado sería analizar casos individuales o por último, circunstancias comunes a grupos humanos que definen sus conductas ante lo nuevo, en este caso, la llegada a un país de idioma y costumbres diferentes, ya poblado por multitud de inmigrantes y con condiciones de hacinamiento y marginalidad en la gran urbe -Buenos Aires-.

El ingreso masivo de europeos jamás se dio en el Perú, pese a los deseos de los diferentes gobiernos de turno durante el siglo XIX e inicios del XX, pero sí se dieron los estereotipos sobre qué tipo de inmigrantes europeos convenía al Perú, dividiéndose los "bandos" entre aquellos que abogaban por la llegada de europeos del norte -anglosajones- versus aquellos que preferían la llegada de europeos meridionales -latinos-. Y también, se encuentran aquellos que opinaban sobre los coolíes chinos.

Al respecto Clemente Palma en su tesis de 1897 describía así a los españoles:

"Como carácter, el español es tenaz mientras le duran las vehemencias, valiente porque el valor es una idealización de la vida, pero ese valor arrebatado y heroico dista mucho de ser el valor sereno de las razas prácticas. El valor del español, por una efervescencia de las razas meridionales, es siempre inútil y sin acción en lo que constituye la mejora social e intelectual de su pueblo... raza soñadora y exaltada, es fría, impasible para todo aquello que no reviste formas bellas, para todo aquello que no significa un triunfo inmediato. Instintivamente rechaza todo aquello que sea preparativo para un porvenir lejano... de allí, de esta nota de su carácter, resulta la brillantez del idioma y la poca profundidad de su intelectualismo: por eso, mientras el arte ha adquirido un desarrollo notable en España, la ciencia es muy pobre... aparentemente enérgica, la raza española es débil."


Capelo en su "La vía central del Perú" la emprende contra los colonos europeos en general, en una de los pocos testimonios que he encontrado sobre el tema:

"El colono europeo: Este tipo es el más costoso de todos, pues el europeo apenas pisa nuestras playas no puede vivir sin carne, vino y la alimentación mejor y más abundante, así como no puede vestir y calzar sino con todas sus comodiades; de manera que su subsistencia es costosísima, y como colonos es el más caro de todos los colonos. Desgraciadamente su trabajo corresponde rara vez a sus consumos, y si por cualquiera circunstancia debe trabajar a su lado el hijo del país, el colono europeo se llama inmediatamente al puesto de sobrestante y rehuye todo trabajo personal."


Y testimonios negativos sobre los chinos abundan. Además de denostar de la población de origen africano e indígena en el país, Clemente Palma tampoco escatimaba palabras contra los chinos:

"La raza china en realidad nada representan, ni en el pasado, ni en el porvenir, ni en el presente: es un conjunto de hombres de la misma especie, que unidos por el mismo espíritu de inactividad, han ocupado dese épocas prehistóricas una enorme extensión de terreno sin llenar misión de ninguna clase, ni civilizadora, ni destructora: son la expresión del estupor de vivir... como nuestra raza india, la raza china es una entidad silenciosa y pasiva en la Historia.

La raza china que vino al Perú era aún más degenerada de la que he descrito anteriormente. aparte de que salió para la inmigración de las castas inferiores más abyectas y pasiva, tenía un vicio asesino: la pasión del opio, pasión propia de razas enfermas, que sumerge a los individuos de un letargo constante, en un estúpido ensueño en el que sucumben las fuerzas físicas y la actividad mental..."


Carlos Larrabure y Correa curiosamente entre invectivas, reconoce algunos méritos a los inmigrantes chinos:

"Dura experiencia hemos adquirido con los inmigrantes chinos. Raza débil y degenerada, lejos de mejorar, ha empeorado con el cruzamiento, las condiciones de nuestro pueblo: sus frutos carecen del vigor moral y físico que se requiere en un pueblo nuevo y que necesita luchar con una naturaleza que pide al hombre perseverancia... al chino debemos el inmundo vicio del opio, la proscripción de todas las reglas de higiene y, lo que es peor que todo esto, las vastas proporciones que ha tomado el juego, tolerado primero y autorizado y protegido después por las mismas autoridades. Estas consideraciones están a la vista, señores, y no pueden compensar nunca, en la balanza social, la relativa sumisión, la laboriosidad y los hábitos de ahorro que tienen es cierto algunos de los individuos de esa raza... en vez de protegerla, debe impedirse por consiguiente, la inmigración asiática, ya sea en grupos, o en calidad de peones contratados..."


Palabras mas duras aún refiere Plácido Jiménez a fines del siglo XIX:

"El chino es un agente de inmoralidad que ya nos ha brindado muchos males. Se trajo la clase más despreciable de las poblaciones asiáticas, fue verdadera caza de hombres para arrojarlos sobre nuestros campos a fin de hacerlos trabajar como bestias de carga; llegaron abyectos y el látigo los envileció más. Mal alimentados, anémicos y raquíticos, dominados por degradante sensualismo, carcomidos por la sífilis, jugadores habituales, incorregibles, fumadores de opio, comunican por la herencia y por la imitación todos sus vicios a los que los rodean. Los chinos contagian la pasión del opio a los peones de las haciendas, y a los que frecuentan su compañía, y el opio produce innumerables trastornos en el organismo, favorece la tisis, causa la anemia, origina la parálisis, lleva hasta la locura furiosa."

"Cuando uno se aventura en los estrechos pasadizos de esas casas y contempla las habitaciones reducidísimas, sin aire ni luz, en las que se aglomeran los chinos, cuando se les ve aletargados sobre tarimas superpuestas, cuando se mira las huellas asquerosas de la sífilis que ostentan esos desgraciados, cuando se siente el olor acre del opio y del mugre; domina al espíritu profunda melancolía, se sorprende uno con dolor de que haya hombres que abdiquen su dignidad y lleguen a valer menos que los animales... El utilitarismo nos domina, por eso se defiende a los chinos diciendo que trabajan muy barato y que alimentan a nuestro pueblo casi de balde. El chino trabaja barato porque no forma familia, porque su nutrición es escasísima y porque habita pocilgas."


Alfredo Sachetti también menciona palabras duras contra los chinos:

"El problema de poblar el Perú mediante una fuerte corriente inmigratoria presenta por ahora no pequeñas dificultades. Prueba de ello son los muchos tentativas de gobiernos y particulares hasta el presente y cuyos resultados han sido nulos y aun desastrosos al país (*consideramos como tales entre otros la introducción de asiáticos)."


Por otro lado, también se encuentran los estereotipos positivos sobre los europeos, e inclusive dada la mentalidad de la época, sobre los inmigrantes asiáticos. Clemente Palma en la mencionada tesis refiere lo siguiente:

"La raza criolla en su valor de raza mediana... está en excelentes condiciones para cruzarse con alguna raza que le dé lo que le falta: el carácter. En mi humilde concepto, señores, creo que él puede dárselo la raza alemana. El alemán es físicamente fuerte: vigorizará los músculos y la sangre de nuestra raza; es intelectual, profundamente intelectual: dará solidez a la vida mental de nuestra raza, armonizará en el cerebro de los escogidos, el sentimiento artístico, herencia de la raza latina, con el espíritu científico de los germanos; es sereno, enérgico, tenaz: será contrapeso a la vehemencia, debilidad e inconsistencia de los criollos."


Pedro Gálvez en 1871 también prefiere la inmigración alemana entre el resto de europeos:

" Instruido y trabajador, el alemán es un buen emigrante y respecto a cualesquiera motivos aparentes para tachar sus buenas cualidades, podría contestarse lo mismo que hemos dicho de los ingleses, si la asimilación de estos emigrantes es más lenta, también es más sólida e importa mucho introducir en los pueblos del Perú individuos que llevan la seriedad de la razón y la constancia del trabajo como elementos de orden y progreso."


El único intento con mediano resultado de inmigración alemana fue el realizado por Schutz con la fundación de la colonia de Pozuzo (con inmigrantes tiroleses y alemanes del sur), basado en que Schutz buscaba un lugar donde poder dirigir la gran corriente inmigratoria alemana de mediados del siglo XIX, y en el cual no perdieran sus costumbres tradicionales:

"aún el alemán más sencillo se da cuenta que es la raza preferida, en lugar donde la aristocracia de raza es tan importante, mientras que en Norteamérica tiene que obedecer las reglas de los yankees. La mayoría de los emigrantes a Norteamérica copia al yankee en todo aspecto y muy pronto se siente avergonzado de hablar en su lengua ya que se le trata con desprecio. En Sudamérica, en cambio los alemanes son el ejemplo de trabajo que todos quieren copiar"


La postura de Manuel Prado en sus artículos sobre la "Inmigración vascongada" de 1860 más bien apoya la llegada de elementos europeos meridionales, al igual que la propuesta de Garezon (ex-Cónsul del Perú en Génova): "La inmigración italiana es la que más se asemeja al elemento nacional, la más tranquila, honrada y trabajadora, la más simpática a las poblaciones y las autoridades y la más capaz de llevar a cabo la prosperidad del país."

Una postura más ecuménica con respecto a los europeos, aunque con un favoritismo por los italianos, fue la adoptada por Larrabure:

"Respecto del lugar de Europa en donde especialmente debemos tomar la inmigración, me parece que todos los Estados de ese continente, con excepción de Turquía, tienen población activa, industriosa y robusta... por circunstancias especiales nos convendría, sin embargo, que se les escogiera de preferencia en Alemania, Francia, Italia y las provincias vascongadas... los alemanes además de constituir una raza sana y vigorosa, son generalmente hombres de trabajo, perseverantes y pacientes... los franceses son emprendedores, amantes decididos del país donde llegan a establecerse, saben vulgarizar pronto las conquistas de la civilización... los italianos reunen condiciones que los hacen inestimables como colonos: su sobriedad, resignación y laboriosidad, se han hecho tradicionales en nuestro continente. Son entre los europeos, los que más pronto se asimilan a los sudamericanos... en cuanto a los vascos españoles, sería ligereza creer que no son excelentes colonos... dondequiera que se haya establecido el vasco, ha sido siempre moral, de costumbres sencillas y muy útil a su patria adoptiva..."


Y por supuesto, tampoco faltan elogios (aunque escasos) a los colonos chinos, sobre todo de parte de Pedro Paz Soldán y Unánue, autor de la más célebre monografía sobre el tema inmigratorio del siglo XIX en Perú: "Del estudio a cuyo término hemos llegado resulta, que de las numerosas y costosas tentativas de inmigración hechas en el Perú, la única que prendió y queda en pie es la asiática: si hoy mismo no continúa es debido a la guerra y sus consecuencias". Capelo nos dice:

"Tres tipos se prestan para realizar este propósito (la colonización agrícola amazónica): el chino, acostumbrado a consumir muy poco en su vestido y en su subsistencia y avezado al trabajo y a todo género de privaciones, es el elemento que cuesta menos y que más prontamente produce resultados positivos... en el camino del Pichis, kilómetro 4, donde está situado el puente del Paucartambo, se concedió un lote de diez hectáreas a un chino llamado José Pérez, sin darle ningún otro recurso. A los sesenta días, Pérez tenía establecido un tambo y sembrada más de una hectárea de maíz y hoy vive allí con su mujer y sus hijos y se han establecido a su proximidad varios otros colonos peruanos y europeos, siendo de notar que Pérez ha sabido atraerse a los chunchos, a quienes en cambio de alimentación, hace trabajar en su chacra que prospera rápidamente."


Todo lo escrito anteriormente no pasa de estereotipos basados en ideas raciales tan en boga en el siglo XIX y que en el siglo siguiente llevarían a los mayores conflictos bélicos sufridos por la humanidad. Pero, objetivamente, ¿qué tenemos en concreto para definir a un grupo humano como "bueno" o "malo"?. Lo único aproximado, inexacto por ende, serían las estadísticas de criminalidad. Sobre el tema no existen muchos estudios, pero dentro de lo poco que he encontrado se pueden sacar algunas conclusiones.

Está claro que el grupo inmigratorio de mayor número (de lejos) llegado al Perú en el siglo XIX fue el de los coolíes chinos, procedentes de Macao y Cantón entre 1849 y 1874: 87,725 de acuerdo a J. Martinet y 87,343 de acuerdo a Garland. Mientras que el número de europeos en el Censo de 1876 es de 18,078 (citado por Bonfiglio). ¿Y cuáles son los índices de criminalidad de dichos grupos?


La inmigración china - Historia del Perú Contemporáneo.
Carlos Contreras, Marcos Cueto. Instituto de Estudios peruanos, 2007



En la Memoria presentada al Congreso por el Ministro de Justicia, Instrucción y Beneficencia de 1862, de un total de 600 reos hombres en Lima obtenemos los siguientes resultados de extranjeros (por nacionalidad):

Chilenos: 24
Cantoneses: 20
Ingleses: 14
Españoles: 12
Franceses: 11
Italianos: 7
Norteamericanos: 6
Alemanes: 3
Portugueses: 2
Suecos: 1
Otros (ecuatorianos, bolivianos, mexicanos, neogranadinos): 6

Como vemos, el grupo extranjero con mayor índice de criminalidad es el chileno, en los cuales las causas de prisión eran en su mayoría por falsificación de monedas, fraude, estafa y en otros casos homicidio. En el grupo de los cantoneses la mayor parte eran condenados por homicidio. En el resto, prácticamente a partes iguales entre las estafas, los robos y los homicidios se distribuyen los delitos cometidos.

Por lo tanto, al menos en este documento no hay una prueba fehaciente de la "criminalidad" de los asiáticos, mas aun teniendo en cuenta que ellos eran tratados en condiciones infrahumanas, en muchos casos semiesclavizados, malnutridos y hacinados en las haciendas, los ferrocarriles y las islas guaneras, mientras que el resto de extranjeros se desempeñaban gozando de los derechos civiles comunes a los peruanos (y a veces mayores ventajas al ser salvaguardados por sus consulados).

El porcentaje tampoco ofrece diferencias notorias. Para 1866 la población en Lima se estimaba en 121,362 personas (dato algo exagerado); y para 1862 -año de la Memoria reseñada- se estima en 16,861 los coolíes desembarcados en el Callao, de los cuales pocos residían en Lima -me atrevo a decir que menos de un tercio- y un aproximado de 6000 europeos residentes en Lima. Y para 1884, la población de Lima se estimaba en 101,488 personas, con 10,506 europeos y sólo 2,202 chinos.

Sin embargo, Jiménez obtiene los siguientes datos, en un estudio realizado entre 1862 y 1895:





Estos últimos datos, si bien un análisis ligero llevaría a concluir la mayor criminalidad entre los asiáticos, no toman en cuenta el estado de marginalidad en la que ellos se desarrollaban, abandonados por una sociedad que además de traerlos en condiciones de semi-esclavitud, los estigmatizaban llegando incluso a proponerse la prohibición del establecimiento de los chinos luego de terminados sus contratos, en el Perú, y la inmediata deportación de no renovar los contratos... situaciones claramente xenófobas e inaceptables en un estado de derecho.

El punto de este post ha sido exponer los prejuicios existentes en la sociedad decimonónica limeña (digamos que mundial, por la difusión de las teorías raciales de superioridad e inferioridad), y cómo ante un indicador (nacionalidad de reos condenados) no se sustentan.









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(1) Memoria que presenta el Ministro de Estado en el departamento de Justicia, Instrucción Pública y Beneficencia al Congreso Nacional de 1862
(2) La vía central del Perú. Escrito por Joaquín Capelo. Impr. Masias, 1895
(3) Pedro Gálvez. Proyecto de Inmigración al Perú. Imprenta del Estado, 1871
(4) Alfredo Sachetti. Inmigrantes para el Perú. Imprenta de la Opinión Nacional, 1904
(5) Reseña industrial del Perú. Escrito por Alejandro Garland, Peru. Ministerio de Fomento. Impr. la Industria, 1905
(6) Giovanni Bonfiglio. La presencia europea en el Perú. Fondo Editorial del Congreso del Perú, 2001
(7) El porvenir de las razas en el Perú: Tesis para optar el grado de bachiller en la Facultad de Letras. Clemente Palma. Publicado por Imp. Torres Aguirre, 1897
(8) La inmigración en el Perú. Pedro Paz Soldán y Unánue, 1891
(9) La Sociedad y el Delito. Tesis presentada por el Bachiller don Plácido Jiménez al optar el grado de Doctor en la Facultad de Jurisprudencia. En: Anales Universitarios del Perú. Publicado por Francisco García Calderón, Tomo XXIII, Lima. Imprenta Liberal, 1898.
(10) Colonización de la costa peruana por medio de la inmigración europea: tesis que para optar el grado de doctor en la Facultad de ciencias políticas y administrativas. Carlos Larrabure y Correa. Publicado por Librería escolar é imprenta de E. Moreno, 1900
(11) Monografías históricas sobre la ciudad de Lima. Escrito por Lima (Peru : Province). Concejo Provincial, Bernabé Cobo. Publicado por Librería e imprenta Gil, s.a., 1935
(12) Ni gringos ni indios: inmigración, criminalidad y racismo en Argentina, 1890-1940. Escrito por Eugenia Scarzanella, Irene Theiner. Publicado por Universidad Nacional de Quilmes Ediciones, 2002

2 comentarios:

Unknown dijo...

Otro interesantísimo artículo.

Leyendo las palabras de Clemente Palma sobre los chinos, ahora causa gracia ver qué tan equivocado estaba.

Saludos desde Colonia.

Eduardo Salazar dijo...

Hola Holger, gracias por pasar. Es curioso como un intelectual de la época como Palma Jr. describa a la "raza china", un pueblo trabajador que le dio a la humanidad el papel, la tinta, la pólvora, la brújula, entre tantos otros inventos que revolucionaron la historia, de una manera tan despectiva. Y que en la actualidad se perfila como la primera potencia económica mundial.

Pero hay algo que acotar acá (acorde a Portocarrero), y es que si bien Palma Jr. expresa con lujo de detalles en su tesis una serie de (pre)conceptos y (pre) juicios vigentes en la sociedad de su época, es justo a fines del siglo XIX que las clases dirigentes en el Perú realizan una especie de "introspección" y caen en la cuenta de que la solución de este proyecto republicano llamado Perú no es el de "importar" extranjeros europeos para "mejorar la raza" o "levantar la agricultura de su postración"; sino la inclusión de las mayorías indígenas en el esquema nacional, y empezar a formar una República con ciudadanos; los trabajos de Dora Mayer de inicios de siglo XX son bastante ilustrativos al respecto.

En suma, me parece que la tesis de Palma Jr. hubiera sido más acorde a los conceptos vigentes en 1857 que en 1897. Aunque ahora, 2009, en muchas personas (la mayoría de peruanos?) estos conceptos siguen enquistados firmemente, de manera (no tan) solapada. Un saludo y gracias por escribir.

Eduardo Salazar